Por cierto, tenéis que recordarme que haga reseña de CdS Los Orígenes: Ángel Mecánico y Príncipe Mecánico (que estoy leyendo actualmente).
Pero ahora vengo con Leal.
Porque oye, es Leal. Allegiant. La tercera y última parte de Divergente, de Veronica Roth.
ATENCIÓN: SPOILERS
Una sola elección te define. La sociedad dividida en facciones en la que antes creía Tris Prior ha quedado
hecha pedazos, fracturada por la violencia y las luchas de poder, y marcada por la traición. Así que, cuando tiene la
oportunidad de explorar el mundo más allá de los límites que siempre ha conocido, Tris está más que dispuesta. Puede
que, al otro lado de la valla, Tobias y ella descubran una nueva vida juntos más sencilla, libre de mentiras, lealtades
confusas y recuerdos dolorosos. Sin embargo, la nueva realidad de Tris es aún más inquietante que la que ha dejado
atrás. Lo que creían haber descubierto deja de tener sentido. Surgen verdades explosivas que hacen cambiar de opinión a
sus seres queridos.
No sé, hará como una semana desde que lo acabé, quizá algo menos. Pero sigo sin asimilar el final del todo. Si hay alguien que me sigue en twitter, ya lo sabrá.
Es que dios mío.
Ya me habían advertido de que seguramente querría ir con una metralleta a casa de Veronica y matarla allí mismo, de verdad que lo habían hecho. Que era un poco como Sinsajo (en el hecho de ser duro, porque en lo demás no tienen mucho, por no decir nada, que ver).
Pero lloré.
Lloré un poco, no tanto como con libros como La Ladrona de Libros o Bajo La Misma Estrella, pero lloré.
Porque era el final, porque era bonito, pero triste, muy triste. Porque con esta trilogía he aprendido cosas importantes, he cogido cariño a muchos personajes (que, aunque no sean reales y lo sepa, pues me ha pasado).
Y no sé, ahora me falta algo. Me falta ese personaje en concreto.
Sí, no es una masacre total, pero mueren algunos personajes importantes (sobre todo uno que OMG yo me moría mientras leía).
La trilogía podría haber acabado mejor, sí. Pero por otra parte no hay una manera más apropiada para terminarla. Al menos, no para una osada como Roth.
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